Cuando la OMS declaró la pandemia mundial ocasionada por la propagación del coronavirus, sabíamos que sus efectos y estragos se verían reflejados después de determinado periodo de tiempo y no de inmediato, sobre todo en materia económica y política, en este caso analizaremos los efectos del recorte presupuestal de Michoacán.
El día de hoy podemos observar que los efectos económicos derivados de la pandemia ocasionaron problemáticas como recortes laborales, quiebras de negocios, pérdidas de inversiones importantes, entre otras más que se traducen no solo en perjuicios para el sector privado sino para el público también, por ejemplo, la caída del Producto Interno Bruto.
Lo preocupante del tema es que los recursos percibidos en el año sean suficientes para subsistir y poder reactivar la economía de una manera eficaz haciéndole frente a la crisis causada por la pandemia, esto aunado a los objetivos que ya se preveían en la administración del gobierno nacional en turno.
Para ello, el gobierno prevé recortes en diversas áreas, incluidos los presupuestos destinados a las entidades federativas, como es el caso del estado del recorte presupuestal de Michoacán. En este sentido, tal y como el país debe prever gastos e inversiones con el objetivo de reactivar la economía nacional de cara al 2021, cada estado debe mimetizar las acciones para hacer crecer su economía y mitigar los efectos de la crisis.
Un proceso complicado
Esto puede parecer un proceso bastante difícil incluso sin contar el recorte presupuestal (que oscila entre los 7 mil millones de pesos), ahora, si se añade a la ecuación la falta de ingresos al estado para la reactivación de la economía, los efectos que se tienen dentro del estado son más graves y con menos posibilidades de solución.
Aunado a lo anterior y que añade la cereza al pastel, pero no en beneficio sino en perjuicio, es que Michoacán no puede permitirse el “lujo” de un endeudamiento para el 2021. Esto porque el ingreso del estado no es suficiente y porque ya trae arrastrando una deuda enorme que se intensificó desde el gobierno de Lázaro Cárdenas Batel y que aumentó en los sucesivos gobiernos en lugar de disminuir.
Todos estos factores ponen al estado en “jaque”, en una situación bastante difícil para poder pensar, no solo en la reactivación económica y financiera de la entidad, sino de poder seguir llevando a cabo las actividades de las que se capitaliza en mayor grado, como el sector agrícola.
En vista de que la problemática financiera y económica del estado es tal y como se muestra aquí, la posibilidad de acciones que deben tomarse para poder disminuir los efectos negativos, de la crisis y el recorte presupuestal, son limitadas. Como se observa, no hay mucho que el gobierno estatal pueda hacer, además de lo previsto en la generación de nuevos impuestos, o programas de estímulo para recaudación de ingresos.
Estas medidas, aunque de fines “nobles” solo logran incrementar los efectos negativos, en percepción, porque las personas no desean gastar “de más”, no quieren nuevos impuestos sino un aumento en el flujo económico reflejado en sus bolsillos.
La austeridad como una opción en el recorte presupuestal
Es por eso por lo que fomentar la austeridad, en términos económicos, no siempre es la opción más adecuada. Muchas de las acciones para mitigar los efectos deben originarse en el sector privado. Retomando la línea económica de Keynes, si lo que se quiere lograr es un aumento en los ingresos, debe incrementarse el consumo, la inversión y el gasto público. La actualidad del estado ante la coyuntura pandémica no permite elevar el gasto público por falta de recursos. Entonces, debe incentivarse la inversión y el consumo.
Esto puede decirse fácil, pero es todo un reto, porque implica un gasto o inversión, por lo que debe incentivarse un consumo circular y local, que las personas vean reflejados ingresos en sus bolsillos y así consuman productos y servicios locales, del estado.
Es riesgoso, hasta cierto punto, porque en crisis lo último que se quiere es emprender o invertir, pero también es cierto que las crisis, como las guerras, son buenos momentos para negociar. Un claro ejemplo es el auge de las empresas digitales o de la digitalización de los negocios que ya existían y que, a raíz de la pandemia, analizaron una ventana de oportunidad y la aprovecharon. Se adaptaron.
Creo que debe fomentarse el consumo y no la austeridad, para incrementar la derrama económica, que haya inversión y emprendimientos. Que se generen empleos, que el dinero se mueva y no se guarde, porque el miedo de invertir o consumir, lejos de detener la caída de ingresos, la va a incentivar.
Tecnologías de Inteligencia y Acción
Las empresas o las inversiones, cuando se inician, tienen muchos obstáculos a vencer, pero, así como hay riesgos, hay oportunidades, el tema es poder visualizarlas de la manera correcta, como en el caso de la coyuntura digital actual.
El uso de Tecnologías de Inteligencia y Acción puede ser una buena opción para poder observar ventanas de oportunidad y aprovecharlas, analizar el mercado, detectar necesidades no satisfechas o virtudes que pueden aprovecharse dentro del marco económico y financiero actual.
La reflexión sobre este recorte presupuestal de Michoacán se enfoca en no fomentar la austeridad sino el aumento en la derrama económica, que se emprenda y que las personas comiencen a tener empleos mejores, más calidad en los servicios, innovaciones en diversos sectores de negocio. Hay oportunidades, aprovechémoslas.