El capital intelectual es un concepto que con el paso de los años ha ganado peso en el ámbito de los negocios, esto es porque las empresas se han dado cuenta de que toma un papel protagonista en el desarrollo de la empresa, en las utilidades que genera y en la forma como se ve la empresa desde el exterior, creando más y mejores vínculos con agentes externos como clientes, proveedores u otras empresas.
Cabe mencionar que, la definición teórica del capital intelectual, si bien no dista mucho de su aplicación práctica, en la praxis cuenta con algunos diferenciadores que hacen del capital intelectual un elemento fundamental para cualquier empresa, lo cual se detalla a continuación.
Concepto de Capital Intelectual
Una revisión general de la literatura, ya con las respectivas tesis y antítesis que conlleva la evolución del concepto de capital intelectual con el transcurso del tiempo, a grandes rasgos nos diría que:
“El capital intelectual es la combinación de activos inmateriales o intangibles, incluyéndose el conocimiento del personal, la capacidad para aprender y adaptarse, las relaciones con los clientes y los proveedores, las marcas, los nombres de los productos, los procesos internos y la capacidad de I+D, etc., de una organización, que, aunque no están reflejados en los estados contables tradicionales, generan valor futuro y sobre los cuales se podrá sustentar una ventaja competitiva sostenida.” (Sánchez Medina, Melián González, & Hormiga Pérez, 2007)
Y, de cierta forma, encuentra la manera de abarcar todas las dimensiones posibles que conjugan el concepto que se busca definir, claro que, con base en mi experiencia, muchos de estos factores que entran en juego para construir el capital intelectual son ignorados por las empresas, o no se les presta la atención necesaria, o, en algunos casos, las empresas no tienen la certeza del capital intelectual con el que cuentan.
Elementos del Capital intelectual
Los elementos que, grosso modo se consideran dentro del capital intelectual son:
El capital humano, el capital estructural y el capital relacional. Estos tres elementos entran en la definición general de capital intelectual porque cumplen el requisito de ser activos intangibles o inmateriales en las empresas, sin embargo, tienen sus respectivas diferencias. Asimismo, debe considerarse que, aunque son distintos en esencia, cada uno de estos elementos se relaciona con los otros, es decir, los tres mantienen una sinergia que hace del capital intelectual de una empresa un activo valioso o no valioso.
Capital humano
Aquí entra todo el capital pensante que proviene de los individuos, se sabe que el ámbito de los negocios está en constante dinamismo, las telecomunicaciones, las evoluciones informáticas y los ambientes laborales, es por eso por lo que las empresas necesitan, y tienen, trabajadores distintos, con identidad propia, cultura y personalidad. Tener esto en mente les permite a las empresas destacar, o no, dependiendo del capital humano con el que cuenten, si proviene de colaboradores con pensamiento crítico y sistémico, o sea lo contrario y no genere valor agregado a la empresa.
Entonces, el capital humano debe aportar valor e innovación a la empresa, mucho más de que sus activos tangibles ya le generan, esto es porque de ahí provienen las ideas de la organización. Un claro ejemplo de capital humano que es mundialmente conocido es Steve Jobs, si bien no se va a relatar su historia completa aquí, creo que podemos estar de acuerdo en que sus ideas innovadoras y revolucionarias en el ámbito de la tecnología fueron las que catapultaron a Apple a ser una de las empresas más rentables del mundo. Sus ideas de iPod, iPhone, o incluso desde las primeras Mac, hacían resaltar a la empresa, porque también sabemos que otras empresas como IBM o Microsoft, lograron grandes cosas en el mismo ámbito de negocios, en algún momento no se compararon con la grandeza de Apple.
Dentro del capital humano podemos considerar otros elementos que lo conforman:
- Competencias: Conocimientos, habilidades, talento, know how.
- Actitud: Conducta, motivación, ética.
- Agilidad intelectual: La capacidad de aportar valor en función de la aplicación de los conocimientos nuevos.
Capital estructural
En segundo lugar, tenemos el capital estructural, que es el conocimiento que la empresa ha podido desarrollar y hacer suyo y generar valor, esto puede darse en su estructura, en sus procesos o en su cultura.
El capital estructural aporta un valor agregado a la organización en la medida en que se desarrollan sus operaciones y procesos, incluyendo: Procesos internos, formas organizativas, flujos de información, cultura empresarial, sistemas de información o gestión, patentes y tecnología disponible.
Ejemplos de este tipo de capital son: Google en cuanto a su cultura organizacional tan laxa que la ha posicionado como la empresa número uno en comodidad de ambiente laboral, en ella los empleados tienen una libertad que no muchas empresas tienen, como asistir en pijama a la oficina, horarios flexibles o actividades recreativas que, lejos de frenar el desarrollo de la empresa, lo incentiva; o Toyota, que desde sus inicios logró desarrollar procesos más efectivos que su competencia en aquella época: Ford. Estos procesos le permitían fabricar autos de una manera más rápida que el antiguo modelo.
Capital relacional
Por último, el capital relacional se fundamenta en el enunciado que las empresas no son sistemas aislados, sino que se relacionan con el exterior, ya sea con sus clientes, proveedores u otras empresas, toda relación de este tipo que aporte o genere valor agregado a la empresa se considera como capital relacional.
Se considera también como la percepción de valor que tienen los clientes o empresas cuando hacen negocios con tu propia organización. Generando valor y creando situaciones ganar-ganar.
Como conclusión, podemos inferir que el capital intelectual genera mucho valor a las empresas, aportando más relaciones, más productividad o más utilidad, es por eso que en él reside una diferenciación abismal entre lo que se considera una empresa extraordinaria y una empresa promedio.
Una de las mejores formas de incrementar el capital intelectual de tu empresa es por medio del Coaching, pues se ha demostrado en diversos estudios, que el uso de esta tecnología potencializa el capital intelectual en todas sus dimensiones, humano, estructural y relacional. Esto se logra porque el Coach es capaz de identificar, por medio del análisis, tus principales fortalezas y debilidades, así como las oportunidades y amenazas a las que está expuesto tu negocio. Muchas empresas que han dado el paso de ser consideradas «promedio» a grandes empresas, lo han logrado gracias a un buen Coaching.
Bibliografía
Sánchez Medina, A. J., Melián González, A., & Hormiga Pérez, E. (2007). El concepto de capital intelectual y sus dimensiones. Investigaciones Europeas de Dirección y Economía de la Empresa Vol. 13 No 2, 97-111.